Conocer València

 

De las ciudades que elegimos para el mapeo de Enfrenta! En España, Valencia era la que menos informaciones teníamos de partida. Cuando preguntamos a amigos de las otras ciudades españolas sobre lo que conocían de la ciudad, la información que llegaba más era: una ciudad praiana, la tercera mayor del país, con 790 mil habitantes (y 1,5 millones en la región metropolitana), bastante turístico en el verano (por cuenta de las playas), fiestas raves, tierra de origen de la Paella. Poco o nada se hablaba de su (contra) cultura, de su artivismo, resistencia. Llegamos con una visión superficial y un tanto estereotipada de la ciudad.

En las primeras caminatas por la ciudad, el domingo 15/1, sin haber encontrado los colectivos que pre-mapeamos en la ciudad, continuamos con esa mirada algo superficial. La ciudad de Las Artes y las Ciencias, el Hemisféric Imax, el Palau de Les Arts Reina Sofía, un complejo de edificios suntuosos diseñados por los arquitectos Santiago Calatrava y Félix Candela y inaugurado a finales de los años 1990, unos de los lugares más conocidos de la ciudad, con un parque alrededor de los edificios lleno de gente paseando tranquilamente a aprovechar el domingo de sol en un día algo frío, 4 a 8º C. Las construcciones son impresionantes y nada nos recordaron las calles estrechas y seculares de Sevilla, aunque Valencia haya surgido en la época del Imperio Romano, en el año 138 aC, habitada inicialmente en una isla fluvial entre el Mar Mediterráneo y el río Turia – justamente sobre una desviación del antiguo cauce del río es que se construyeron los edificios del complejo de la Ciudad de las Artes y los llamados Jardines de Turía. Nos sentimos como marionetas en una gran maqueta futurista.

Sólo a poco esta impresión superficial inicial de la ciudad se fue. Conocemos el Casco Viejo y los edificios antiguos del centro de la ciudad, este más cercano al de Sevilla también en la cantidad de turistas extranjeros que encontramos. Allí, escondido en muros de calles estrechas (y otras no tan estrechas), encontramos «The Photographer«, una imagen-icone grafitada en varios puntos de la ciudad. Descubrimos Malva, una radio comunitaria de la región donde nos quedamos, El Cabanyal, que fue la banda sonora de nuestra cena. Nos preguntamos también de dónde venía el valenciano, idioma hablado (y principalmente escrito) que nos sonaba familiar y raro al mismo tiempo, muy cerca (igual?) al catalán y que es la lengua oficial de la Comunidad (estado) homónima,. Valencia  – que asi como Cataluña, País Vasco y Galicia, tiene un Estatuto de Autonomía con respecto a España, lo que está lejos de decir que son independientes, mas sí que tienen algunas prácticas autónomas. También vimos que Valencia, así como Madrid, Barcelona y Coruña (en Galicia), es gobernada desde el 2015 por una coalición municipalista de izquierda, que rompió con 20 años de gobierno del PP, el mayor partido de centroderecha de España.

 

 

Joan Ribó, el actual alcalde, y su gobierno son potenciadores de las dos iniciativas que entrevistamos en la ciudad. La primera en la verdad son dos (o tres): La Factoria Cívica, organizada por integrantes del estudio Carpe Via y con el apoyo de la red internacional CivicWise. Caminamos por la Marina de la ciudad, región «reformada» para albergar grandes (y efímeros) eventos, un GP de Fórmula 1 y dos regatas de la American Cup, que nunca tuvieron nada que ver con su entorno. Irene Reig Alberola y Laura Murillo Paredes, integrantes de la red en Valencia, nos contaron un poco de cómo están tratando de cambiar esa realidad a partir de la creación de la Civic Factory Fest, que movió un edificio importante de la región, el Alinghi, a partir de prácticas colaborativas para pensar (y construir) una ciudad más inclusiva. El edificio, administrado por Marina en un consorcio que involucra al país, el estado y el municipio, es un espacio enorme y está prácticamente desocupado hoy.

 

La segunda iniciativa fue presentada por Daniel Alvaréz y David Pardo, profesores del área de computación de la Universidad de Valencia. Se trata de un lab-área de los hackers cívicos de la ciudad, un espacio recién creado (comenzado a partir de aquí) para que los hackers de todas las áreas puedan buscar soluciones para trabajar con datos abiertos de la ciudad. El proyecto nace ya con un espacio pequeño en la universidad y cuatro becas de investigación financiadas por el ayuntamiento para que los investigadores puedan guiar proyectos, por 8 meses, que busquen empoderar a los ciudadanos valencianos. Ya realizaron algunos encuentros para mapear áreas de interés de los habitantes y fomentar la producción de conocimiento en temas caros para la ética hacker, como la privacidad en la red. «Los datos son el combustible, pero necesitamos crear vehículos para trabajar con esos datos para ser útiles para la sociedad», dijo Daniel.

 

Al cabo de los cuatro días en la ciudad, otra Valencia se mostró en nuestras impresiones. Hemos visto que hay muchas iniciativas de resistencia, en especial contra la gentrificación de algunos espacios públicos locales. Si no hay tantas iniciativas de enfrentamiento al status quo como Madrid o Barcelona, hay algunas que merecen atención.

 

 

 

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